La necesidad de desarrollar componentes específicos para la seguridad del automóvil es un desafío constante para los diseñadores y fabricantes de componentes en la industria automovilística. La seguridad funcional es indispensable para garantizar el correcto funcionamiento de la electrónica y disminuir los riesgos al volante.

Los automóviles han evolucionado de ser una máquina básicamente mecánica a un sistema controlado electrónicamente, con cientos de unidades de control electrónico (ECU), cámaras de visión y en consecuencia cada vez más líneas de código.

Diseñadores e ingenieros tienen el reto de conseguir automóviles más seguros, que ofrezcan una experiencia de conducción cómoda y/o autónoma y que rebajen el nivel de emisiones contaminantes. Para conseguirlo, estos componentes (ECU, cámaras…) activan funcionalidades como por ejemplo la asistencia avanzada al conductor, los sistemas de seguridad pasiva o la gestión de motores.

Pero además de contar con funciones de seguridad avanzada, la seguridad funcional es indispensable para el desarrollo de las centralitas (ECU) en un automóvil: sus esquemas de seguridad deben identificar errores de funcionamiento electrónicos y especificar técnicas para disminuir riesgos. No identificar los fallos de ECU (en hardware y software) afecta desde el proveedor de ECU hasta los fabricantes de automóviles y el usuario final.

De este modo, los automóviles actuales deben cumplir con los estándares de seguridad del Nivel de Integridad de Seguridad de Automoción (ASIL). Se trata de una clasificación de riesgos especificado en la norma de seguridad funcional ISO 26262 para vehículos de carretera.

El estándar ISO 26262

La norma ISO 26262 representa una norma de seguridad funcional internacional única y específica para el automóvil, para la Unidad de Control Electrónica (ECU) y otros sistemas integrados en un vehículo. Incluye recomendaciones específicas para garantizar la seguridad del hardware y el software del sistema, y requiere el estándar ASIL como componente clave para su cumplimiento.

Es necesario que los componentes (hardware y software) no se vean solo como sistemas individuales sino como un todo, y de este modo todas las aplicaciones funcionen perfectamente coordinadas.

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