¿Los wearables pueden mejorar el cuidado de la piel?

La gente se está acostumbrando a tener acceso a muchos datos. Los datos están en todas partes, si se capturan y gestionan correctamente podemos entender y poseer una amplia variedad de información y predecir rutinas. 

Los wearables son un ejemplo fácil, donde los datos son generados por un individuo y, luego son extraídos y mostrados en forma de indicador de pérdida de grasa o de frecuencia cardíaca, entre otros. Pero, ¿qué pasaría si pudiéramos aplicar esta tecnología para entender los niveles de ph de nuestra piel, o la apariencia de la pigmentación de la piel? 

En nuestro último post, «La innovación digital en cosmética», mencionamos que, la personalización y la digitalización son los temas de actualidad. Bien, pues habilitar sensores y ópticas que puedan analizar el estado de la piel y realizar recomendaciones personalizadas es el futuro en el cuidado de la piel. 

La piel es la capa externa de nuestro cuerpo, por lo tanto está constantemente expuesta a agentes externos. Es una barrera cambiante. Una aplicación muy interesante son tatuajes con sensores que se usan para analizar las propiedades de la piel, tales como: hidratación, niveles de concentración de electrolitos, temperatura corporal… Este wearable puede estar conectado y se pueden realizar rutinas o recomendaciones de productos, todo basado en los datos recogidos por el tatuaje.

Una amplia variedad de wearables y otros dispositivos pueden ser utilizados para tener un conocimiento más profundo de las condiciones de la piel. Sin embargo, el desarrollo de los mismos se encuentra aún en una fase muy temprana, por lo que aún no se han entregado tratamientos precisos y eficaces a los clientes finales. Otro inconveniente es que normalmente las empresas de cosméticos no tienen suficiente experiencia tecnológica para desarrollar este tipo de soluciones. Aquí es donde empresas como Idneo pueden ofrecer un valor añadido y soluciones personalizadas. Más concretamente; Engine realiza desde la evaluación de la viabilidad del concepto, hasta el diseño del producto o servicio que el cliente desee entregar a su cliente objetivo.